13 sept 2011

Grito

Grito. 
No me oyen. Nunca me oyen. 
Lloro. No me oyen. Lloro en silencio.
Me siento cansada. Algo grande y pesado me hunde en el suelo. 
Quiero quitármelo pero parece que está pegado y... no alcanzan mis brazos. 
Me desespero. Me rindo. Lloro más y... no quiero. 
No puedo parar, No puedo pararlas. 
Cada una de las lágrimas salen con prisas. Se atropellan entre ellas. 
Como si hubieran estado haciendo cola durante mucho tiempo. 
Me acaricio el brazo. No. Esto no me hace olvidar que ahora nadie está conmigo. 
De repente, y entre sollozos, susurro que no puedo merecerme esto. 
Un pequeño riachuelo de fortaleza recorre mi cuerpo. 
"¡No te rindas!", me oigo decir a mi misma. 
¿Qué fue eso? ¿Algo de positivismo?
Pero si estoy podrida por dentro. 
Aunque quiero no rendirme, lloro más. 
¿Por qué? Si el luchar es bueno. Porque se que no puedo. 
Ya he tenido que "no rendirme" tantas veces que perdí la cuenta. 
Y cada siguiente vez es más difícil que la anterior. 
Grito de impotencia. 
No me oyen.
Esta vez no creo que lo pueda conseguir. Lloro en silencio y me hago una bola. 
Todo está oscuro y negro. Cierro los ojos con fuerza. No oigo nada. 
No hay nadie.


Nota: Escrito el día 29.07.11

3 comentarios: